La tercera parte del ciclo “Arte para un siglo”, formado por cuatro exposiciones que pretenden mostrar el arte español de los últimos cien años a través de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, ve la luz bajo el título Abstracciones-Figuraciones, 1940-1975.
Esta tercera muestra, que fue precedida por “Cambio de siglo, 1881-1925” y “Vanguardias 1925-1939”, abarca un dilatado período, y pretende reflejar el arte que se produce en España desde el final de la guerra civil hasta la muerte del general Franco, acontecimientos ambos que marcan el principio y el final de un contradictorio y heterogéneo panorama artístico.
La guerra civil española y sus consecuencias, la diáspora, el exilio, la penosa situación económica y social y la supresión de las libertades, supusieron un vuelco radical en la evolución del arte español del momento. Por otra parte, la sucesión de importantes acontecimientos internacionales, como el fin de la segunda guerra mundial - que supuso, a su vez, el fin de las vanguardias históricas -, el exilio americano, el desplazamiento de la capitalidad artística de París a Nueva York y el nacimiento de un nuevo arte, influyeron decisivamente sobre un importante grupo de creadores españoles.
En este confuso contexto surgen opciones artísticas de muy diferente procedencia, que se encauzan en los años cincuenta hacia movimientos artísticos ciertamente contrapuestos. No pueden entenderse de otro modo las dos grandes corrientes artísticas, figuración-abstracción, que conviven durante esos años; la primera tratando de recuperar la realidad, fundamentalmente a través del paisaje; y la segunda, minoritaria y rupturista, emprendida por grupos de artistas como Dau al Set o Pórtico, creadores como Ángel Ferrant, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida o Antoni Tàpies, culminando con la creación de diferentes movimientos experimentales, como el grupo Parpalló, Equipo 57 o El Paso.
Cabe destacar como propio de este período el florecimiento del trabajo en grupo, que no se había producido antes, salvo en la minoritaria primera Escuela de Vallecas, ni se volverá a producir después. Son frecuentes los casos de artistas que se agrupan formando colectivos, de estéticas similares y éticas acordes, aunque manteniendo su individualidad, para difundir con mayor fuerza y rotundidad sus planteamientos contra el sistema. Junto a ellos surgen individualidades que, con el mismo planteamiento ético y artístico, siguen el camino en solitario.
A lo largo de estos años, 1940-1975, se produce una evolución social y política que también se refleja en los diferentes planteamientos artísticos que se suceden, y que se traduce en un arte más plural y más abierto a las nuevas corrientes internacionales. Lógicamente, ni la figuración ni la abstracción serán iguales en los años finales de la dictadura que en los oscuros años cuarenta. En este período coexiste una figuración derivada de planteamientos tradicionales y centrada en la captación del paisaje —Ortega Muñoz, Caneja, Redondela, Martínez Novillo— con una figuración que utiliza la imagen para expresar una actitud vital y comprometida, confiriendo a su lenguaje artístico una carga irónica —Arroyo—, crítica —Equipo Crónica—, social —Juan Genovés—, mística —Cristino de Vera— u onírica —José Hernández—, o simplemente realista en el estricto sentido de la palabra —Antonio López, Julio López Hernández o Francisco López.
El mismo lenguaje plural se produce en el campo de la abstracción, movimiento que propicia por esencia una gran libertad de creación y en el que se entremezclan a lo largo de este período diversas corrientes que han sido tradicionalmente agrupadas bajo distintos epígrafes: el informalismo de El Paso, Rivera, Chirino, Feito, Canogar y especialmente de Saura o Millares; la abstracción geométrica de Palazuelo, Sempere, Alfaro o Jorge Oteiza; la abstracción matérica de Lucio Muñoz; la abstracción lírica de Esteban Vicente, José Guerrero o Ràfols-Casamada, o la abstracción poética del denominado grupo de Cuenca —Zóbel, Rueda y Torner.
Es también el momento en el que, tímidamente, los trabajos de los fotógrafos se incorporan a los medios artísticos. Son autores valorados años después, pero que realizan su obra en este importante período: Guzmán Cabrero, Cantero, Vielba Calvo, Cualladó, Dolcet o el ya histórico Ortiz-Echagüe. Sus obras son testigos de la sociedad del momento, y su objetivo es mostrarnos la realidad inmediata.
Aunque también de forma minoritaria, se desarrolla en este período la cerámica como medio de expresión artística, destacando, entre otros, Llorens Artigas y Antoni Cumella, algunos de cuyos trabajos incluimos en esta exposición.
Con la muerte del general Franco en 1975 se produce una ruptura total con los planteamientos artísticos anteriores; se inicia a partir de entonces una nueva etapa que se abordará en una cuarta exposición bajo el título Arte nuevo, que incluirá la obra de los nuevos creadores españoles.
Conviene destacar, una vez más, que los fondos de reserva del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, como en anteriores ocasiones, constituyen la base de este proyecto. Sin embargo, se han incluido obras de algunos artistas que actualmente forman parte de la colección permanente, al considerar que su presencia era clave para entender el arte de este período.