ÊTRE UN FOU
La ilusión y la esperanza
Pierre Cabanne escribía en 1961 una obra básica para la comprensión del coleccionismo privado: “Le roman des grands collectioneurs”. El pasado año relataba sus consideraciones sobre el coleccionismo: el fenómeno de la colección me ha interesado siempre por esa suerte de proyección del individuo y su pasión por un objeto. Mi interés reside también en el hecho de que el coleccionista es un marginal, un fou. Esta anormalidad me atrae. En fin, los coleccionistas son los héroes de la modernidad. Esta heroína de la modernidad, siguiendo a Cabanne, comenzó su colección hace treinta y cuatro años. Desde esa fecha ha ido reuniendo un elevado número de obras: pinturas, esculturas, fotografías, libros ilustrados por artistas y grabados cuya ubicación cronológica sonlos siglos XX y estos inicios del XXI.
Su aproximación al mundo del coleccionismo nace impulsada por el ejemplo del Museo de Arte Abstracto Español, inaugurado en Cuenca el último día del junio 1966. Apenas cuatro años después, noviembre de 1970, visita la Galería Juana Mordó y adquiere su primera obra, un excepcional lienzo (“El andaluz perdido”, 1969) de José Caballero. Ella misma ha relatado en ocasiones su dificultad para narrar la inquietud, ciega e irrefrenable, con la que aquel otoño memorable adquiere esta pintura. En todo caso, esta apasionante zozobra le acompañará siempre, desde esa fecha. Adquiere la casa que Eusebio Sempere tuviera en Cuenca, (la fotografiada por el conquense Jaume Blassi con el artefacto de Millares y el Cristo de López Hernández presidiendo), cuyas ventanas miran a la pintada Vista det la hoz del Júcar y que aún conserva los azulejos medievales traídos por Abel Martín de Mosqueruela. Desde esta casa conquense inicia su colección en la que no hay que olvidar tampoco su amistad y el permanente apoyo recibido de la Galería Yguanzo de Madrid.
La enumeración de obras que ha ido incorporándose, desde esa fecha ya lejana, a la colección, ocuparía el espacio de este artículo. Pueden decirse varias cosas, cuatro, que me interesan especialmente de esta colección: la soledad y secreto desde la que ha sido hecha, y por ende su discreción; segundo su amplitud de mirada, siempre libérrima; después su instalación en el análisis de los últimos y más vanguardistas fenómenos artísticos –de lo que es buena muestra esta exposición “Contemporánea-Arte” en la Sala Amós Salvador y, finalmente, la desmesura. Lo último, el amplio número de obras!, más de lo que cualquiera, que no fuera un fou (En el sentido de Cabanne), podría colgarse en una o varias casas, dice mucho de lo que debe ser un coleccionista: individuo barroco, apasionado y desmedido por principios –coleccionistas en este caso-; individuo ajeno a la lógica de las cosas, esa lógica que hunde sus tentáculos en lo convencional.
Francisco Calvo Serraller ha destacado que entre las muchas cosas que cabe señalar a partir de lo que sugiere una colección, como la de Pilar Citoler, quiero subrayar una especialmente importante: lo que tiene de personal e intransferible. Es obviamente personal, porque es fruto de una vida, pero es intransferible, porque ninguna de sus decisiones se han arropado en criterios y responsabilidades ajenos. Un buen coleccionista de arte escucha consejos, pero ha de hacerlos suyos. En el fondo, en arte, los verdaderamente importante y singular siempre está refrendado por ese gesto solitario, pleno de dignidad.
Desde el solitario, en el sentido antes citado por Calvo Serraller: el de intransferible, secreto con que, sé, afronta muchas veces la adquisición de obras de su colección, es preciso señalar que esta coleccionista rompe con numerosos mitos. Entre ellos: ser mujer coleccionista –en España- que ejerce su culta pasión desde, como dijimos antes, la mayor libertad. Después: acaba también con el manido, y por ello plúmbeo, tópico de la inexistencia del coleccionismo en España o lo que es peor con la reiteración permanente de los nombre que todos conocemos.
En 2002 Pilar declaraba la importancia de su actitud coleccionista desde un noble e íntimo deseo de índole personal, pero también espiritual (“El País”, Madrid, 1/XII/2002): el coleccionismo puede ser una forma de establecer un contacto muy positivo con la sociedad, con las personas y con la vida, y eso llega a formar parte de uno mismo. Adquieres seguridad y sirve de desarrollo mental y espiritual.
Marcos Ricardo Barnatán escribe sobre la coleccionista en el catálogo “Fragmentos” antes citado que las imágenes son su alimento primordial, el más querido, y gracias a él prosigue incesante el ciclo de la vida, se mantiene siempre despierta la ilusión, y sobrevive la esperanza.
Alfonso de la Torre
Comisario de la exposición
AUTORES
LA LUZ
• José Manuel BALLESTER
• Miquel BARCELÓ
• José Manuel BROTO
• Anthony CARO
• José María CRUZ NOVILLO
• DIS BERLIN
• Cristian DOMECQ
• Ferran GARCÍA SEVILLA
• Julián GIL
• Keiji KAWASHIMA
• Laura LÍO
• Alicia MARTÍN
• Germana MONTE-MÓR
• Felicidad MORENO
• Rafael NAVARRO
• Guillermo PÉREZ VILLALTA
• José PIÑAR
• José María SICILIA
• Jesús UBERA
• Juan USLÉ
• Howard URSULIAK
• Javier VALLHONRAT
• Mayte VIETA
LA TINIEBLA
• Pablo ALONSO
• John BALDESSARI
• Natividad BERMEJO
• BOTTO & BRUNO (Gianfranco Botto/Roberta Bruno)
• Constantino CIERVO
• José Manuel CIRIA
• Victoria CIVERA
• Enzo CUCCHI
• EL PERRO
• Curro GONZÁLEZ
• Abraham LACALLE
• José Ramón LIDÓ RICO
• Robert LONGO
• Eva LOOTZ
• Gabriela MORAWETZ
• Javier PÉREZ
• Edward RUSCHA
• Adolf SCHLOSSER
• Santiago SERRANO
• Juan UGALDE
• Wolf VOSTELL
EL ÁMBITO Y LA MEMORIA
• Alfredo ALCAÍN
• Chema ALVARGONZÁLEZ
• Gerardo APARICIO
• Eduardo ARROYO
• José Manuel BALLESTER
• Miquel BARCELÓ
• Per BARCLAY
• José BENTO
• Joseph BEUYS
• Luis Pablo BOLÍVAR
• Carmen CALVO
• Miguel Ángel CAMPANO
• Adrián CARRA
• Vincenzo CASTELLA
• Magdalena CORREA
• DO-HO SUH
• Amparo GARRIDO
• Susy GÓMEZ
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• Jonathan HAMMER
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• Pello IRAZU
• Laura LÍO
• Eva LOOTZ
• Ignacio LLAMAS
• David NASH
• Dennis OPPENHEIM
• Juan Carlos ROBLES
• Adolf SCHLOSSER
• Pilar URBANO
• María ZÁRRAGA