Martes a sábados:
De 11 a 13 y de 18 a 21 h.
Domingos y festivos:
De 12 a 14 y de 18 a 21 h.
Lunes: cerrado
Organiza:
Si uno consulta el diccionario de Julio Casares descubre que la palabra vidente tiene una primera acepción o significado: Que ve. Lo que pudiera parecer una obviedad, adquiere con una definición tan escueta, una contundencia intrigante. Inmediatamente surge la pregunta, ¿y qué es lo que ven? Puede que los videoartistas formen parte de un grupo reducido de personas que ven lo que los demás no vemos o que pretenden que veamos lo que ellos ven a través de las imágenes con las que nos envuelven y que debemos ser capaces de percibir e interpretar. Lo cierto es que el visionado de las obras que forman parte de esta muestra nos acercan al valor y sentido que tiene este nuevo soporte en la creación artística actual.
En cierto modo las diferentes proyecciones que se realizan en la Sala Amós Salvador nos conectan con algunos planteamientos del cine y la fotografía, (en todos los casos la imagen es la matriz de estas obras), pero pronto nos queda claro que difieren en esencia la manera de traducir visualmente la realidad. Las obras que aquí se proyectan participan más de la soledad del artista en su estudio, que del conglomerado de personas y actividades necesarias para la elaboración de una película. El vídeo suele ser más subjetivo que objetivo y se presta mejor a una mayor libertad en el uso de las tecnologías audiovisuales básicas. Ello suele dar pie a que el videoartista sea más arriesgado en el uso del lenguaje, y sobre todo mucho más libre e irracional a la hora de dar constancia del microcosmos y macrocosmos del entorno que nos rodea.
Para conseguir la atmósfera necesaria tienen mucha importancia esos reducidos habitáculos donde se proyectan sus obras; pequeñas habitaciones donde uno se encuentra sin querer consigo mismo; lugares donde se puede producir un ensimismamiento con lo que se mueve en la pared-pantalla, al tiempo que nos sumergimos en una suerte de universos paralelos a los de nuestra cotidianeidad, que se asemejan a inmensas capas de subjetiva irrealidad, a veces subyugantes, en ocasiones evocadoras, las más de las veces marcadamente incisivas a pesar de su breve duración.
Cuando el Ayuntamiento de Logroño me encargó preparar una muestra de videoarte con obras pertenecientes a la Colección Caja de Burgos, que tan bien conozco por mi papel desempeñado en el pasado con respecto a la configuración de la misma, seleccioné 22 de entre las que forman parte de los fondos del Centro de Arte Caja de Burgos CAB. Considero que es un número suficiente para hacerse una idea de las diversas maneras de utilizar este soporte tan ligado al lenguaje del arte de las últimas décadas.
El planteamiento de la muestra se escenifica en un conjunto de seis pequeñas salas, tres a cada uno de los lados izquierdo y derecho de la Sala Amós Salvador, donde he buscado ciertas afinidades visuales y de contenidos en el encadenamiento del conjunto de las obras que se proyectan en cada una de ellas.
Además, distribuidas en el amplio espacio central de la Sala y exhibidas con un carácter marcadamente expositivo se ubican las obras de Dionisio González, Manuel Sáiz, Chema Alvargonzález y la videoinstalación de Mateo Maté, irónica simulación de un cuarto de estar con el que se recibe al visitante.
Rufo Criado